Ardes, sed. ¡Ra!
Tras las persianas nadie puede ver su rostro, ni su cabello recogido ni sus pechos dispersos. Tras las persianas, nadie puede besar su espalda, solo la luz. Solo la luz rasga las distancias que enormes la separan de cientos de personas por parques y por años. Solo la luz sabe el haz de su mirada… Seguir leyendo Solo la luz
Camino al trabajo, sobre el puente, me detuve. La avenida Javier Prado también. Quietos, sonoros, los vehículos gastan su combustible.
Final de mi paseo nocturno por San Isidro. Salgo a la avenida Javier Prado. Nunca estoy solo: si se asoma mi cuerpo, la luz lo alcanza.
De madrugada, en San Isidro, recorro una calle. Me detengo y volteo a la izquierda. Veo una esquina, quizá de adobe. Lo que había detrás de aquel muro debe haber desaparecido. Sin embargo, algo sigue presente. En una esquina nadie, nadie pasa ya, sólo el tiempo.
De madrugada, una casa vieja y silenciosa interrumpe mi paseo por San Isidro. No muy lejos, se alzan nuevos edificios. Digo a la casa: Antigua casa, ¿aún no te demuelen? Vacía, callas.
De madrugada, en el Centro Comercial Camino Real de San Isidro —en la puerta abierta de vidrio, el guardia dormía—, camino por el paseo central hasta llegar a la escultura del águila. No ha cambiado en más de veinte años. Águila antigua, esperas a tu presa una y otra vez. http://instagram.com/p/oINetVmQu8/
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