Para V. V. E. U., que se va a estudiar a Alemania
Allá en Colonia no saben
aquello que les espera:
una muchacha viajera
sin gracias que se le acaben
e ideas que no le caben
en su alocada cabeza.
Por eso, todo lo reza
«¡Ay, qué bonito!», diciendo.
Es claro —ahora lo entiendo—
que acabará lo que empieza.
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